jueves, junio 11, 2009

Leyenda del ánima de Sayula

"Me llamo Perico Zurres,
-dijo el fantasma en secreto-,
fui en la vida buen sujeto,
muy puto mientras viví."








¿Quién lo hubiera pensado? Que estos versos, catalogados como los más picarescos y populares, además de ser los más antiguos que se conocen de México, del último siglo, los que alguna vez avergonzaron tanto a la localidad sureña de Sayula, fueran hoy día su mayor escaparate de promoción turística y cultural. Y para quien no conoce la historia de este personaje (que sí existió), aquí los versos escritos en 1871, por don Teófilo Pedroza, según nos cuenta mi gran amigo Fernando G. Castolo, cronista de Zapotlán el Grande.

El ánima de Sayula

En un caserón ruinoso
De Sayula en el lugar,
Vive Apolonio Aguilar
Trapero de profesión.

Hace tiempo que padece
Hambre voraz y canina
Y por eso está que trina
Contra su suerte fatal.

No es borracho, ni juega
Solo comer es su vicio
Pero anda mal del oficio
Ni para comer le da.

Cuatro tablas, dos petates
Un bacín roto de barro;
Cuatro cazuelas y un jarro
Son de su casa el ajuar.

Su mujer y sus hijuelos
Macilentos y hambriados
Con semblantes extraviados
Piden pan con triste voz

Pan allí ni por asomo;
Hambre sí, disgustos mil
En aquel chiribitil,
A pasto y a discreción.

Llanto solo de miseria
Que goteando noche y día
Apagó dejando fría
La ceniza del hogar.

Por eso el trapero esconde
Entre sus manos la cara;
Maldice su suerte avara
Que le causa aquel dolor.

Y fijando en su consorte
Su penetrante mirada
Con voz grave y levantada
De esta manera le habló:

“Es preciso que ya cese
“Esta situación terrible;
“Vivir así no es posible,
“Harto estoy de padecer.”

“Me ocurre feliz idea,
“Que desde luego te explico;
“Esta noche me hago rico
“O perezco en la función.”

“Escucha y no me repliques
“Mi suerte está decidida.
“El porvenir de mi vida
“Depende de esta ocasión.”

“Tú sabes que en esta tierra
“Entre la gente de seso
“Se cuenta cierto suceso
“Que ha causado sensación.”


“Se dice, pues, que de noche
“Al sonar las doce en punto
“Sale a penar un difunto
“Por las puertas del Panteón.”

“Que las gentes que lo ven
“Huyen a carrera abierta
“Y todos cierran la puerta
“Encomendándose a Dios.”

“Que por fin un desalmado
“Se encaró ya con el muerto;
“Mas de terror quedó yerto,
 “Patitieso y sin hablar.”

“Esto lo aseguran todos
“Y mi compadre José
“Me ha jurado por su fe
“Que también al muerto vio.”

“Y me asegura que el muerto
“Tiene la plata enterrda
“Y busca gente templada
“Con quien poderse arreglar.”

“Pues bien, me siento con bríos
“Para hablarle al mismo diablo,
“A ese muerto yo le hablo
“Aunque me muera después.”

“Mucho peor es morir de hambre
“Que morir de puro miedo
“Y si yo con vida quedo
“Seremos ricos después.

“¡Por Dios, Apolonio!”
dijo Su mujer muy afligida:
“No juegues así la vida
“Deja a los muertos en paz.”

“No mujer, no retrocedo,
“Es una cosa resuelta;
“Si pronto no doy la vuelta
“Prepara mi funeral”.

Dijo y con paso veloz
Pálido como un difunto,
Salió de su casa al punto,
Camino para el Panteón.

Envuelto en tinieblas yace,
De Sayula el caserío
Y un aspecto muy sombrío
Allí reina por doquier.

No se oye voz humana
Ni el más ligero ruido,
Solo lejos el aullido
Pavoroso de algún can.

Algún pájaro que cruza
En las tinieblas perdido
Lanza fúnebre graznido
Al ir de su nido en pos.

Y al extinguirse perdido
Que al corazón pone susto,
Canta el tecolote adusto
En el ruinoso torreón.

Negro toldo cubre el cielo,
Y al soplo del viento frío
Gimen los sauces del río
Con quejumbroso rumor.

Lúgubre la noche está
Y en su fondo pavoroso
Brota a veces luminoso
Un relámpago fugaz.

La silueta del trapero
Que a la ventura de Dios;
Va de la fortuna en pos
Hasta vencer o morir.

Mas a medida que avanza
Su valor se debilita
Y es dueño de honda cuita
Su angustiado corazón.

Avanza pues presuroso
Aquel hombre de faz yerta,
Y al fin se mira en la puerta
Del tenebroso panteón.

Allí con mortal congoja,
La hora fatal aguarda;
Hora que tal vez no tarda
En sonar en el reloj.

Por fin de repente suenan
Doce lentas campandas,
Cuyas notas compasadas,
Vibran con sordo rumor.

Notas lentas y solemnes
Cuyo sonido retumba
Como el eco de una tumba
Con quejumbroso rumor .

Por fin a esperar se pone
Y sin grande dilación
Las puertas de aquel panteón
Se abren de par en par.

Cruza el dindel el fantasma
Mudo, rígido y sombrío
Como el sepulcro frío
Y horrible aborto de horror.

Lleva cubierta la faz
Con negro y tupido velo
Y arrastrando por el suelo
Lleva también el sudario.

Aguilar, de espanto yerto
Y erizado su cabello
Con agitado resuello,
Corre tras de la visión.

Y haciendo un supremo esfuerzo
Cual si jugara la vida
Con voz despavorida
De esta manera le hablo:

“De parte de Dios te pido 
“Me digas cómo te llamas
“Si penas entre las llamas
“O vives aquí entre nos.

“Qué buscas por estos sitios
“Donde a los vivos espantas?
“Si tienes talegas cuántas
“Me podrías proporcionar?”

“Me llamo Perico Zúrres”
Dijo el fantasma en secreto,
“Fuí en la tierra buen sujeto
“Muy puto mientras viví.”

“Ahora ando penando aquí
“En busca de algún profano
“Que con la fuerza del ano
“Me arremangue el mirasol.”


“El favor que yo te pido
“Es un favor muy sencillo,
“Que me prestes el fundillo
“Tras del que ando tiempo ha.”

“Las talegas que tú buscas
“Aquí te las traigo colgando,
“Ya te las iré arrimando
“A las puertas del fogón”.

Lleno de sorpresa quedó
El pobrecito trapero
Y enchando al suelo el sombrero,
El infeliz exclamó:

“Por vida del Rey Clarión
“Y de la madre de Gestas
“¿Qué chingaderas son éstas,
“Que me suceden a mi?”

“Yo no se lo que me pasa.
“Pues ignoro con quien hablo,
“Este cabrón es el diablo
“O mi compadre José.”

“Buena fortuna me hallé
“En esta tierra de brutos,
“Donde los muertos son putos
“¿Que garantías tengo yo?”

“Lo que me suceda a mí
“Es para perder el seso;
“Si los muertos piden cieso
“¿Los vivos que pedirán?”

“Venir de lejanas tierras
“A buscar aquí la vida
“Y mi suerte maldecida
“Me depara un trance atroz.”

“No tener yo más alhaja
“Que la alhaja del fundillo
“Y me la pide este pillo
“Que dice que ya murió.”

“Esto es cuanto puede verse
“Por las crestas del Demonio
“Si lo aflojas Apolonio
“De aquí sin culo te vas”

Así el trapero exclamó
Muy pensativo y mohíno
Del pueblo tomó el camino
Y en sus calles se perdió.

Y es fama que cuando oye
Que hablan del aparecido
Receloso y confundido
Se pone una mano atrás.

----------------------------------- MORALEJA ---------------------------------

Escucha, lector: Si alguna vez
Y por artes del demonio
Te vieres como Apolonio
En crítica situación.

Si tropiezas acaso
Con alguna ánima en pena,
Aunque te diga que es buena
No te confíes jamás.

Y por vía de precaución
Llévate como cristiano
La cruz bendita en la mano
Y en el fundillo un tapón.

2 comentarios:

  1. este cuento tan bueno
    me ha puesto de buen humor
    y no me ha dado pavor
    sólo un poco el comenzar

    me ha causado hilaridad
    y en esto hay que ser honestos
    cuentos no hay como estos
    que a uno lo hagan soñar

    te mando un saludo muertita
    y de paso un abracito
    pa' tu hijito el pequeñito
    que has tenido recién


    Saludos Rebeldes

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  2. Muy bueno!! Je je... Me hizo reir la moraleja jajajjaja

    Saludos amiga.

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