de este circo indomable
con la boca llena de aplausos
y las manos de lluvia seca
retorciéndose ante el espectáculo.
La gente que busca distracción
me rodea sin mirarme.
Estoy sediento y observo
que los payasos se alejan
a dibujarse otro rostro
sin maquillaje ni sombras
y una nariz normal.
Uno de ellos se aparta
a llorar en el mismo rincón
donde una noche "la estrella"
(la bella de lentejuelas)
le arrebató el corazón.
Ahora la foto: ¡sonríe!
te cuesta noventa pesos.
La función me ha parecido eterna
y yo sólo buscaba diversión.
Soy el espectador.
-.-
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